La mayoría de los becarios mexicanos que asistimos a la Universidad Autónoma de Madrid, en los tres días libres que tuvimos concatenados, se fueron a París y Roma. Yo por supuesto, por el origen árabe-español de mi apellido, quise ir conocer la influencia árabe en España, por lo que me encaminé a Córdoba, la antigua capital del Califato musulmán.
Partí a las nueve de la mañana de Madrid en el tren de alta velocidad, el cual alcanza velocidades de 300 kilómetros por hora, por lo que a las once de la mañana ya estaba en Córdoba, tratando de ubicarme con el mapa de la ciudad que me dieron en el módulo de información turística. Pensé coger un taxi para ir a la mezquita de Córdoba, pero vi que no estaba lejos de la estación del tren, por lo que decidí irme caminando. Y de inmediato, a unos cuantos minutos, me encontré a lo lejos con una pequeña construcción que asemeja una torre, la cual parece que está en reparación.
El clima bastante agradable, y el parque daba muestras de las esculturas, que al parecer nos muestra una familia, con un niño divirtiéndose.
Y cerca de ahí, me encuentro con algo verdaderamente histórico: un mausoleo romano del siglo I de nuestra era. Ante mí, la cultura romana en Córdoba. Tantos siglos han trascurrido y los elementos se conservan, indicándonos que las culturas de la antigüedad han dejado sus huellas en el presente. No dejé de contemplarlas, pasé varios minutos ahí, imaginando cómo habrá sido ese espacio en tiempo del Imperio Romano, en la antigua Hispania. Este sitio funerario fue descubierto en 1993, y aún me sigue intrigando la tardanza en su hallazgo, sobre todo, por el nivel en que se encuentra.
A partir de ahí, del recuerdo de mi visita a Segovia, donde aprecié el Acueducto Romano, comprendo que la historia ha sido un constante flujo de civilizaciones hacia la búsqueda de nuevos horizontes que explorar. Aquí en España fenicios, romanos, musulmanes impregnaron las tierras con sus formas de vida; en México, en el centro del país, estuvieron, por ejemplo, los teotihuacanos, aztecas, españoles, franceses y norteamericanos, ocupando con sus pies la tierra por la cual la humanidad se encaminó, muchos siglos atrás, al sur del continente, vía de paso de los hombres en la búsqueda de nuevos valles, cordilleras, mesetas, selvas, donde habitar y construir nuevas esperanzas de vida.
En mi breve caminar por Córdoba, empezaba a disfrutar la historia, y mis deseos eran mayúsculos por observar la Mezquita de Córdoba, la herencia musulmana en España, el monumento que deseaban ver mis ojos.
jueves, 4 de agosto de 2011
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