Mi camino hacia ti.
Camino, detrás de mi sombra, hacia las profundidades de lo incomprensible del alma, mortal y serena, en la búsqueda de los senderos que me guíen, sin bostezos o lágrimas, a tus brazos, a tu piel, a la intensidad de tus sentimientos, desbordados como manantial de aguaceros y tormentas fluviales, y desvanecerme en ellos, para renacer en la pureza de tu ser, convertido en el ente amado, en la palabra de las voces infinitas del universo.
Camino hacia ti para encontrarte en la tranquilidad de los bosques frenéticos y tenues que envuelven nuestros cuerpos en la pasión milenaria, trágica a veces y dulce en la noche, de eso que llaman amor. No lo he visto resplandecer en las entrañas del palpitar de mis sueños, vagante o estático como el agua que se esfuma de mis fuegos taciturnos, ni un respiro, cual si fuese una esencia que no existiese para mis sentidos.
Mis pasos lentos y lentos, sobre los lechos de hierba húmeda de llanto y de sequedad de abandono de esperanzas fallidas, van hacia ti, sin saber si existes en realidad, imaginaria ilusión de mi ser, en las latitudes de lo humano. Y sin embargo, mis pies, corroídos por el tiempo, deambulan en los terrenales escombros de la vida, remota y presente, de las almas humeantes de desencuentros y colisiones sin rumbo, hacia ti, en la profundidad de lo incomprensible, aún más y más, del alma, etérea esencia de nuestra imaginación.
Camino, detrás de mi sombra, hacia las profundidades de lo incomprensible del alma, mortal y serena, en la búsqueda de los senderos que me guíen, sin bostezos o lágrimas, a tus brazos, a tu piel, a la intensidad de tus sentimientos, desbordados como manantial de aguaceros y tormentas fluviales, y desvanecerme en ellos, para renacer en la pureza de tu ser, convertido en el ente amado, en la palabra de las voces infinitas del universo.
Camino hacia ti para encontrarte en la tranquilidad de los bosques frenéticos y tenues que envuelven nuestros cuerpos en la pasión milenaria, trágica a veces y dulce en la noche, de eso que llaman amor. No lo he visto resplandecer en las entrañas del palpitar de mis sueños, vagante o estático como el agua que se esfuma de mis fuegos taciturnos, ni un respiro, cual si fuese una esencia que no existiese para mis sentidos.
Mis pasos lentos y lentos, sobre los lechos de hierba húmeda de llanto y de sequedad de abandono de esperanzas fallidas, van hacia ti, sin saber si existes en realidad, imaginaria ilusión de mi ser, en las latitudes de lo humano. Y sin embargo, mis pies, corroídos por el tiempo, deambulan en los terrenales escombros de la vida, remota y presente, de las almas humeantes de desencuentros y colisiones sin rumbo, hacia ti, en la profundidad de lo incomprensible, aún más y más, del alma, etérea esencia de nuestra imaginación.